domingo, 15 de noviembre de 2015

Cuadernillo de Notas, 38

La Vida como Viaje (Peregrinatio Vitae)
También se puede viajar sin desplazarse uno de un lugar a otro. Llevo desde los últimos tres meses viajando sin apenas trasladarme físicamente por fuerza mayor. Exactamente 65 días de recorrido alrededor de mí mismo. No se entienda como una manifestación de  impúdico ego en forma de agenda o de invención seudoliteraria a la que trato de agarrarme. No, no es eso. Es menos y más. Una purga. Tal vez sería el recorrido que emprendieran los perezosos, los enfermos,  los hastiados, los anacoretas…
Cualquiera podría viajar como yo lo estoy haciendo. No me ha supuesto ni un esfuerzo físico insuperable ni una inversión extra de dinero e ignoro, en el día de hoy, cuánto puede durar este periplo aunque estoy seguro de que, de una manera u otra, inexorablemente, ha de acabar. Trato de acorazarme contra el aburrimiento y el hastío: situado en unas coordenadas casi precisas (40º20’22’’N - 3º31’05’’O); estoy rodeado de centenares de libros, de discos de música (culta y de las otras), de fotografías evocadoras.
                                                      
Por el ventanal me asomo a un jardín cuidado y geométrico en el que se alternan palmeras enanas con cipreses elegantes nada fúnebres, arbustos de flor y hojas multicolores, con estilizadas farolas rematadas por globos que en la noche aportan un toque espectral. En este caminar estático, que no es otra cosa que una excursión a mí mismo, me encuentro con amigos y conocidos a los que evoco en Florencia, en Oporto o en Cáceres con sus cigüeñas.
Sobrevivo, en el sentido literal de la expresión, por la gracia y el acierto de mi Hada del Otoño.
Del miércoles, 16 de septiembre de 2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario