Cualquiera
podría viajar como yo lo estoy haciendo. No me ha supuesto ni un esfuerzo
físico insuperable ni una inversión extra de dinero e ignoro, en el día de hoy,
cuánto puede durar este periplo aunque estoy seguro de que, de una manera u
otra, inexorablemente, ha de acabar. Trato de acorazarme contra el aburrimiento
y el hastío: situado en unas coordenadas casi precisas (40º20’22’’N
- 3º31’05’’O); estoy rodeado de centenares de libros, de discos de música
(culta y de las otras), de
fotografías evocadoras.
Por el ventanal me asomo a un jardín cuidado y geométrico en el que se alternan palmeras enanas con cipreses elegantes nada fúnebres, arbustos de flor y hojas multicolores, con estilizadas farolas rematadas por globos que en la noche aportan un toque espectral. En este caminar estático, que no es otra cosa que una excursión a mí mismo, me encuentro con amigos y conocidos a los que evoco en Florencia, en Oporto o en Cáceres con sus cigüeñas.
Sobrevivo, en el sentido literal de la expresión, por la gracia y el acierto de mi Hada del Otoño.
Del miércoles, 16 de septiembre de 2015
Por el ventanal me asomo a un jardín cuidado y geométrico en el que se alternan palmeras enanas con cipreses elegantes nada fúnebres, arbustos de flor y hojas multicolores, con estilizadas farolas rematadas por globos que en la noche aportan un toque espectral. En este caminar estático, que no es otra cosa que una excursión a mí mismo, me encuentro con amigos y conocidos a los que evoco en Florencia, en Oporto o en Cáceres con sus cigüeñas.
Sobrevivo, en el sentido literal de la expresión, por la gracia y el acierto de mi Hada del Otoño.
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