Este libro no es, a pesar de su título, un
diccionario propiamente dicho, sino un glosario de términos ordenados
alfabéticamente, una especie de catálogo de palabras que se acompañan con definiciones,
incrementadas a veces con excursos, anecdotarios, narraciones breves y otros
añadidos, multiforme en la expresión de la que se sirve su autor para crear una
obra original. El tono con que los términos son glosados es muy variado.
Encontramos desde el humor siniestro (BOTICARIO. s. Cómplice del médico,
benefactor del sepulturero, proveedor de los gusanos de la tumba), la
ironía corrosiva (TIMAR. v. tr. Decirle al pueblo soberano que si uno es
elegido no robará), o el pesimismo más oscuro (PRUDENTE. adj. Hombre
que cree el diez por ciento de lo que escucha, una cuarta parte de lo que lee y
la mitad de lo que ve) pasando de la crítica mordaz (SATANÁS. s. Uno de los lamentables errores del Creador),
de la que no se excluye el propio autor (DICCIONARIO. s. Maligno artilugio literario para
entumecer el desarrollo del idioma y tornarlo rígido y dificultoso. Este
diccionario sin embargo, es una de las obras más útiles que haya producido su
autor, el doctor John Satán […]), a la irreverencia absoluta (SANTO.
adj. U.t.c.s. Pecador muerto, corregido y
editado), al humor surreal (PRECOZ. adj. Chico de cuatro años que se fuga con la muñeca de su hermana)
y al desencanto desolador (EDAD MADURA. s. Periodo de la vida durante el cual transigimos con los vicios que todavía
estimamos, denigrando los que ya no somos capaces de practicar).
El autor, con el paso del tiempo, se ha
convertido en una especie de clásico de las letras norteamericanas del pasado
siglo, cuando alcanzó una notable aceptación, que llega hasta la actualidad,
dado que muchas de sus reflexiones son de una vigencia que no nos sorprende en
absoluto (POLÍTICA. s. Lucha de
intereses enmascarada como enfrentamiento de principios. Conducción de los
asuntos públicos en busca de ventajas personales). En toda su extensión,
Bierce se muestra como un brillante compañero de otros humoristas como J.
Swift, Louis Carrol, el Conde de Lautréamont o Alfred Jarry, por mencionar sólo
algunos de la extensa lista de los que también utilizaron la sátira y el humor
surreal para fustigar los despropósitos de la sociedad en que vivieron.
Ambrose Bierce
fue un escritor norteamericano (1842-1914?) que nacido en una familia estricta y de un medio rural humilde, vivió
una existencia muy agitada. Ejerció el periodismo, participó en la Guerra Civil
americana en la que fue herido de gravedad,
se casó y tuvo hijos, se trasladó a Inglaterra durante tres años y de
vuelta, llegó a ser el prestigioso dictador literario de la costa del Pacífico
como editor y crítico. Y, a pesar de que la enfermedad y las tragedias
familiares lo agobiaban, en sus colaboraciones periodísticas se mostró cada vez
más crítico con los escritores mediocres, los políticos falsarios y corruptos y
arremetió contra todos aquellos que debían ser desenmascarados. Su obra es extensa y variada: relatos cortos (Un suceso en el puente sobre el río Owl),
fábulas, epigramas, sketches y todo ello sin abandonar sus tareas
periodísticas. En 1906 apareció una recopilación de las definiciones satíricas
de lo que después sería el Diccionario del Diablo. El autor, en su época, llegó a ser considerado un
desconcertante y original humorista en la línea de J. Swift, Louis Carroll, el
conde de Lautréamont o A. Jarry. Con setenta y un años cumplidos, asmático y
hastiado de la existencia, se embarcó en un viaje sin retorno: a finales de
1913 entró en el Méjico de la revolución y la guerra entre Pancho Villa y
Carranza y desde allí mandó sus últimas noticias. Nada más se supo de él, ni el
lugar, ni la fecha ni las circunstancias de su muerte.
Ambrose Bierce.
Diccionario del Diablo. Alianza Editorial.2011. 368 pp.