Alguien se le
acerca y entabla conversación. “Qué, leyendo una novelita, ¿no?”. “Sí. Estoy
estudiando”, contesta. “¿Cómo? ¿A su edad estudiando?”, dice el incrédulo transeúnte.
El
hombre que está leyendo sentado en un banco del Parque cree de buena fe que
todo lo que lee al paso puede ser de algún provecho. Por eso lee un extenso libro en el que aparecen anuncios,
periódicos, folletos, letras de canciones, mensajes en las paredes de amor y de aviso y de amenaza, y otros libros … y escucha con atención pregones y bisbiseos, y lo que la
gente dice al pasar, la gente que lo mira, la gente que lo saluda, la gente que comenta la primavera, la que le solicita una limosna, la que le ofrece una sonrisa, la que se aparta con precaución, la que se sienta al lado para reponer el aliento...
Es la vida que fluye: Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allá van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir...
Jorge Manrique (S. XV).
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allá van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir...
Jorge Manrique (S. XV).