Bien predica quien bien vive, dice Cervantes (El Quijote, II,
20). O lo que es lo mismo: predicar con el ejemplo del que vive una
vida honrada, austera y encaminada al bien común es la mejor forma de convencer
a los demás de nuestras intenciones. Propongo hacer una reflexión sobre la
conducta de políticos, intelectuales, jerarcas de las iglesias, banqueros,
periodistas influyentes e impostores en general y de todo pelaje. Los falsarios se exponen sin
rubor en la picota de la falsía al mostrar la incoherencia entre lo que
pregonan y las acciones que llevan a cabo.
Predican
mal porque viven muy mal (aunque algunos consideren que el suyo es un vivir envidiable): vividores que mienten con desvergüenza, carecen de honradez,
practican la rapiña y el despilfarro y desprecian e ignoran a sabiendas el bien
común. Materia literaria de hoy y del tiempo pasado, desde los clásicos a los
modernos, ya españoles o foráneos, desde la poesía a la novela pasando por el teatro, desde Fray Luis de
León y Blas de Otero a Quevedo y Eduardo Mendoza, desde Aristófanes a Fernando
Fernán Gómez, desde Raymond Chandler a Manuel Vázquez Montalbán.
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