jueves, 21 de enero de 2016

Cuadernillo de Notas, 44  
 
Abro el buzón del correo electrónico una o dos veces a la semana y sucede encontrarme con veinte o más emáils en los que se me invita a disfrutar de la Viena Monumental, se me amenaza si no hago tal cosa o dejo de hacer esta otra, se me aconseja A la salud por el ajo y el limón, se me recuerda que Cebollinos del Monte existe, se me previene contra los peligros de las lámparas de bajo consumo o de los timos con las tarjetas… Muy pocos son los que me hablan con pronombre propio, yo, tú; él (¡qué alegría más alta: vivir en los pronombres!..., que decía Pedro Salinas). Y de éstos, sólo alguno llega a interesarse por mí como amigo, hermano, paciente, colega o enamorado. Parece cierto que lo que nada cuesta muy poco vale.
Añoro las cuartillas manuscritas (mucho dice la caligrafía del que escribe de puño y letra) con la crónica pequeña de la vida, tu prima Celia ha tenido una niña, un rayo cayó en el campanario de Santa Ana y rompió la veleta, Ángel se ha comprado un coche nuevo, te esperamos para San Blas y los samblases…, enviadas, de vez en cuando, por el correo ordinario en un sobre con un sello precioso. Crónicas de lo corriente y de lo excepcional cuyo contenido nos afectaba aunque fuera con retraso (para las urgencias siempre estaba el teléfono). Cartas que se conservaban durante años, y generaciones, en una caja para que sirvieran como recordatorios y porque, a pesar del tiempo transcurrido, de la lejanía o de la desaparición de los remitentes, conservaban la calidez del pulso de la mano que las había escrito.
Estos expendedores de correos electrónicos prescindibles, deben de disponer de mucho tiempo libre y necesitan rellenarlo con lo que sea, aventando la paja sin pizca de grano en el cosmos surcado por millones de internautas ajetreados y frenéticos. Una vez leídos ¿alguien los conserva como algo valioso no ya por el contenido sino, y especialmente, porque fueron escritos por una persona identificable por la forma?  Eliminar: al Vacío Absoluto. Por no hablar (o sea, escribir) de esa otra inundación, más sintética y compulsiva, que llaman WhatsApp, con imágenes instantáneas adheridas.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario