jueves, 11 de abril de 2019

 ALFANHUÍ                                                                                                                                                         
El día 1 de abril falleció el novelista, ensayista y hombre de letras Rafael Sánchez Ferlosio a los 91 años de edad, según se hacían eco los periódicos, emisoras de radio y televisión y otras publicaciones de arte y cultura.
A los lectores y estudiosos de la de la narrativa de la postguerra civil española, la obra de Ferlosio siempre la hemos considerado unida a “El Jarama”, novela aparecida en el año 1955, significativa en la renovación que podía considerarse como el realismo social de la generación de los 50. La leí cuando yo era un estudiante de bachillerato y universitario y desde entonces me interesé por su obra de tan variados contenidos: novelas, ensayos de lingüística y otros asuntos. Su extensa y constante dedicación le ha valido ser considerado como uno de los más importantes escritores de su generación y premiado con “el Cervantes” en el año 2004 y el Nacional de las Letras Españolas del 2009.
Si tenemos en cuenta su opinión, sorprende que apreciara como su mejor novela el “Alfanjuí”. La leí en una modesta edición de bolsillo de Salvat-Alianza aparecida en el año 1970 y he vuelto a releerla en estos días y me ha confirmado el juicio del propio autor como su mejor creación novelística, por encima de la premiada “El Jarama”.
“Industrias y andanzas de Alfanhuí” relata las peripecias fantásticas e imaginativas del protagonista y de otros personajes que comienzan en Alcalá de Henares, primero como niño y avanzando hacia la adultez cuando emprende un largo viaje para encontrarse con su abuela que vive en Moraleja. Su andadura a veces se mueve en un mundo real, otras mágico o incluso literario en el que irá tratando con gentes variadas: el maestro que diseca animales, el gallo de la veleta de hierro, la marioneta don Zana, la tienda del herborista Diego Marcos, el gigante del bosque y otros igualmente fantásticos, y también de la vida real y cotidiana. En esta novela, o cuento expandido, con elementos de la picaresca, del mundo rural y provinciano, los objetos cobran vida, hablan, razonan y enseñan al joven hombre que el final arribará a “una tierra que estaba lejos de todas partes”. 
Nota que me afecta personalmente. En el capitulo V de la Tercera Parte, titulado “Del alegre pueblo de Moraleja y de cómo se conocieron la abuela y Alfanhuí”, Ferlosio presenta con minuciosidad el paisaje y el paisanaje, campestre y humano, que yo tan bien conocía por haber nacido y pasado veranos vacacionales desde mi infancia, en la casa de mis abuelos, allá en las décadas de los años 50 y algo de los 60 del siglo pasado. Amén. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario