viernes, 2 de noviembre de 2018

Día de Todos los Santos Ilustres

Este día de Todos los Santos ha salido luminoso con sol y algunas nubes. Se prevé que hoy dejarán la ciudad más de medio millón de vehículos espoleados por el prolongado puente de cuatro días de holganza. Ahí es nada. Mi Hada y yo hemos preferido no participar en tan concurrido éxodo y dedicar nuestra atención, memento mori, a visitar uno de esos lugares funerarios poco frecuentados en los que los fallecidos soportan o disfrutan del eterno descanso.
Durante muchos años cualquiera que pasara por delante de este Panteón tan poco ilustrado, podía atisbar, a través de la verja herrumbrosa, una especie de estercolero de maleza, algún raquítico arbolillo y desechos de todas clases, a pesar de encontrarse circunvalado por un convento, una iglesia basílica de airosa torre, un colegio en otro tiempo regentado por frailes dominicos y, situado en calle muy próxima, la espléndida Real Fábrica de Tapices. Resultaba muy lamentable e irrespetuoso para con los que allí dormían el sueño eterno. De poco tiempo acá El Panteón de Hombres Ilustres, de Madrid, es una estupenda muestra de la recuperación de un histórico mausoleo en el que coinciden la política, las variadas artes, la oligarquía, la muerte en diversas modalidades, el olvido prolongado y la loable reciente rehabilitación de este interesante lugar. Recorrer las dependencias y los jardines bien cuidados  supone, para el visitante curioso y ajeno a los prejuicios de cualquier índole, no sólo unas lecciones de nuestra historia en la se confunden por separado personajes sorprendentes, artífices de la patria, sujetos de dudosa ejemplaridad, potentados del dinero junto a otros que fueron víctimas de las circunstancias que les tocó vivir y morir. 
    

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