lunes, 22 de agosto de 2016

El Cuadernillo de Notas, 80
                                                               
Hace algunos años me regalaron un cuaderno de bolsillo protegido por una cubierta de cuero crudo. El cuaderno ha sido renovado innumerables veces y la cubierta, con el uso y el paso del tiempo, ha adquirido el castaño oscuro y  pulido de la silla de montar de un imposible caballista y ha perdido del todo el olor acre y honesto del taller del talabartero. De vez en cuando la embadurno con uno de esos potingues protectores de manos  para sobarla y resobarla hasta que se lo embebe del todo. Me ha acompañado en mis andanzas, mis salidas y mis entradas, mis dolores y mis alegrías… En sus páginas manuscritas se ha ido plasmando en pedazos, con más o menos precisión, el devenir de mi existencia.
Es el baúl en donde se almacenan de forma caótica y, paradójicamente,  ordenadas (¡ah, las fechas y mi constante obsesión por el paso del tiempo!) algunas sugerencias que me sirven para escribir de las cosas que escribo.

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