sábado, 30 de julio de 2016

ROJO/VERDE
Nada más verlo me sentí deslumbrada por su sonrisa tierna y un punto de tristeza en sus ojos tan grises y por su piel atezada con vientos de todos los veranos. A pesar de su aspecto un poco desastrado, cuando rozó apenas mi brazo desnudo, sentí como si me  enamorara con aquel primer amor generoso, traspasada de ternura. Hubiera deseado prolongar este mágico instante, alborotar sus cabellos y respirar su aliento, recorrer con deleite toda su orografía, descubrir extasiada un críptico tatuaje y dormir en sus brazos. El rojo sobre el cobrizo atardecer en la ciudad recalentada. Una estridencia pánica me apartó del hechizo. Con ágiles reflejos se volvió a la acera, llevando con prestancia el cubo con el agua y demás utensilios. Estábamos en verde. Salí de mala gana, no rauda sino seducible. Ni siquiera me percaté de que no le había hecho entrega de esas monedas que suelo llevar dispuestas para tales ocasiones.

 
ROJO/

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