lunes, 6 de junio de 2016

Cuadernillo de Notas, 69

Lo esencial desplaza a lo menos importante. En un día aciago cualquiera puede sentirse súbitamente afectado por una advertencia hasta el punto de que, a pesar de todos los esfuerzos por ver la otra cara de la realidad, prima una lacerante preocupación por la persona querida. Y la ternura lo inunda todo. Lo cotidiano, esa actualidad de cada día, difícilmente puede compaginarse con el sobrecogimiento que acarrea la amenaza. Pensar con claridad y expresar lo pensado con palabras certeras que lleven la esperanza alentadora, exige equilibrio. Compendiar el amor por la persona amada, de la que se ha recibido, a veces sin merecerlo, el afecto y la compañía diaria, es fácil de sentir. Y la aflicción y la impotencia se sienten más cuando no se asumen. No hay que dejarse ganar por la resignación. Hay que sobreponerse. Y seguir adelante. Ita est, así sea.

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