jueves, 19 de abril de 2018

Dialectología de andar por casa. Una muestra del habla de (algunos) extremeños del norte…

El extremeño no se cae; se pega una “costalá” o un “guarrazo”.

El extremeño no dice ¡Hola!; dice ¡Éééee!

El extremeño no se desviste; se empelota o se queda “en pelete”.

El extremeño no dice que tiene miedo; dice que está “zurrao”.

El extremeño no dice “¡Oye, tú!”; dice “¡Chachóóó!”

El extremeño no se excita eróticamente; se pone berraco o burro.

El extremeño no trata de convencerte; se pone “cansino”.

El extremeño no dice ¡Mira!; dice “¡Cúcha!”

El extremeño nunca dice NO; dice “Sí, por los cohones”

El extremeño no se gacha; dice se "amaga" o "se agalva"

El extremeño no te llama la atención; te dice: “Chacho, ¿ande vah?”

El extremeño no tiene una amante/novia; tiene una moza o un “chaleco”.

El extremeño no pide que lo lleven; pide que lo acerquen.

El extremeño no se impresiona; dice: “¡La virgen…!”

El extremeño no tiene lumbalgia; está “(d)esrriñoao”.

El extremeño no hace recados; hace “mandaos”

El extremeño no es un gandul; es “mu péeerro”.

El extremeño no pierde el tiempo; está vagueando.

El extremeño no te dice que no te cree o que estás equivocado; te dice “Te paece quééé…” o “¡Amoh anda…!” o “¡Venga yaaa…!”

El extremeño no te dice que estás escuchimizado; te dice que estás “runato” o “añodrío”

El extremeño no se enfada mucho; se “encojona”.

El extremeño no está gordo; está lustroso, o cebao, o "canchalón", o "cipotón", o "como un cebollo".

El extremeño no se duerme; se queda “trahpuehto”.

El extremeño no se va; sale “harreando” o “se lah pira”.

El extremeño no dice que una persona es de color (negro); dice que “eh máh negro que loh cohoneh de un burro mohíno”.

El extremeño no lleva los pantalones caídos; los lleva “ajorraos”

El extremeño no va descamisado por fuera del pantalón; va “desatacao”

El extremeño no pregunta “¿y eso?”, sino que dice: “¿poh y luego?

El extremeño no lleva la ropa desordenada; va hecho “un farragua”.

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Estas bromas van dirigidas a todas las personas que están satisfechas de ser extremeñas y te invitarán a compartir unas migas, y el secreto, y el buche, y un buen frite, y los papones, y las tencas fritas, y el gazpacho de poleo, y el zarangollo, y la sopa de cachuela, y los repápalos, y el revuelto de criadillas de tierra con espárragos, y el escarapuche de conejo, y la macarraca, y los socochones, y la ensalá de limones, y la chanfaina, y la técula-mécula, y las migas canas, y muchos otros “avíos” de comer…
Y que, con las cañas o los chatos de una pitarra de Cañamero o de Montánchez, o de Valdefuentes o de Guadalupe o del “chinato” de Malpartida, te los acompañarán con una tapa de “prueba”, o de “chochos”, o de patatera, o de aceitunas “rajás” o “machacás”, o de ancas de ranas “entomatás”, o de “ná de ná…”
Y que habrán “apañado” aceitunas a destajo 5 meses al año, sin tiempo para echar un “cigarrote”, escardarán cebollinos toda tu vida y terminarán trasplantadas a una ciudad populosa y des-almada (póngase aquí la que se quiera), lejos de su tierra.

¡¡P’a que te enteres, so calambuco (o calambuca)!!   

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